miércoles, 18 de junio de 2008

Salen las palabras de su boca, deteniéndose a desfilar por el aire, antes de llegar hasta ella, hasta el recóndito lugar del aula donde se encuentra su perdido entre el montón pupitre. Sus jóvenes oídos, atentos cual red de su presa. Su mente, estación terminal del saber, todos los pasajeros deben descender. En silencio, en el profundo interior de su ser, se pregunta si será la única sumida en ese estado de embelesamiento. Victimizada por la seducción de su madura inteligencia ha sucumbido a él hace ya largos meses y ahora le cuesta discernir si el encanto de su habla es producto o factor, cociente o divisor. Se sabe no lo suficientemente atractiva como para obligarlo, a él, a romper la brecha ético-moral que los separa, pero le pesa aún más el no ser tan inteligente como para sobresalir de entre el resto al nivel que quisiera. Aún así, a pesar de toda su acostumbrada pesimista resignación, él percibe en ella algo ausente en los demás a su cargo; hay en su mirada, en efecto, un brillo distinto. ¿Sagacidad? No sé si en efecto llega a tanto, pero es innegable su peculiaridad. La estridencia del necesitado descanso rompe la monotonía del soporífero monólogo. Durante una enumeración de propiedades logarítmicas a nadie debería sorprender la velocidad de desplazamiento de la mostrenca caterva. ¿Cómo la detengo? –¿Álvarez?– Hasta ese instante un compartido cigarrillo en el baño, a escondidas, era para ella el mejor plan. Lograr ser la última de la expeditiva caravana, demorándose infinitamente sin ninguna excusa real que la proteja de ser muy evidente tuvo sus frutos, o al menos así lo cree. Sin embargo, resulta sólo tratarse de una olimpíada interescolar de matemática, ¿acaso pensó que la iba a invitar a cenar?, y de un instante al otro llega la ocasión ideal para borrar esa estúpida sonrisa de feliz cumpleaños de su rostro.

Las semanas se suceden. La emoción inicial de quedarse en la desierta escuela hasta después de hora no es más que un recuerdo. Las pícaras miradas que creyó existieron han perdido ya protagonismo, cediendo ahora espacio a una exacta obediencia cuya única finalidad es aumentar la complicación de intrincados enigmas geométricos, compleja aritmética y unas cuantas enrevesadas matrices. El pequeño saltamontes ha sido entrenado satisfactoriamente y es el orgullo de su tutor, quien confía no tendrá inconveniente en sortear los obstáculos que lo aguardan. Llega el gran día. La tensión es suprema. Solos ellos dos, entre tantos otros solitarios duetos cuya existencia únicamente es notable para sí mismos. Álvarez cumple. Le alcanzan y sobran esos dados minutos, equivalentes a la suma de los ángulos interiores de aquella bendita figura excepción a la regla, para dejar en la cancha unas pulcras transcripciones de los resultados obtenidos así como montones de ininteligibles garabateadas hojas que terminarán más tarde desplazando igual volumen del aire interior de un cesto cercano. El desempeño fue bueno, muy bueno. –Excelente– dirá el maestro, en vano intentando alentar a la joven una vez sabiéndose fuera de competencia.

A media mañana el sol de junio calienta el, poco antes, glacial aire de Buenos Aires; incluso el transporte público se vuelve más acogedor a esa hora. Sin esperarlo, alguien del vagón nos reconoce y saluda, arrancándonos del ensimismamiento tan celosamente custodiado por los dos pequeños transductores electroacústicos que descansan sobre el pabellón auricular. Ha pasado el tiempo, en efecto. Si tan sólo él supiera lo que hubiera dado hace años por una charla así, de igual a igual... Pero el gran momento, de tanto hacerse esperar, termina en llegada tarde. Es ahora un triste viejo más, igual a tantos otros y resulta increíble a dónde puede transportarnos una mañana cualquiera en que cambia la rutina y el mundo de todos los días es ahora otro, entre Juramento y Catedral.




                                                                              

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hey loca paso a saludar porque no se si tu fotolog todavia sigue vivo. Simplemente eso, a ver en que andas ehh...y no se..cuando quieras pasame un texto a ver si yo pongo la ilustracion jojo.

Cuidate y hablamos alguna vez.
Saludos

Anónimo dijo...

Ya leí el cuento... por un momento me hice ideas de posibles metáforas (bastante claras) con respecto a la vida real de la autora... jajajaja

A nivel literario, creo que debes dedicarte a la escritura, más que de guiones, de novelas o cuentos; porque la verdad está buenísimo el estilo de escritura... Está bueno!!!