domingo, 3 de agosto de 2008

El sabor de lo ajeno

Ya hacía varias semanas estaba pensando era hora de hablar con Mariana y terminar en los mejores términos posibles. Un noviazgo de seis años no se acaba todos los días y no es cuestión de tomarlo a la ligera. Por eso, no lo sorprendió descubrirse a sí mismo ocultándole que esa noche se juntaban los pibes para festejar el cumpleaños del gordo y ella, como siempre, estaba invitada. Aún así la femenina ausencia no dejó de despertar revuelo entre sus amigos, a quienes simplemente mintió tenía ella otros planes. –Si yo saliera con Mariana, estaría orgulloso de llevarla conmigo a todos lados– supo inteligentemente acotar alguien, leyendo entre líneas la verdadera intención oculta detrás de las palabras. El rostro de Facundo no tardó en reaccionar, adquiriendo rápidamente el bermellón tono característico de su incomodidad. Quiso sentir la cara de su amigo estrellándose contra sus dedos a la velocidad de un gancho de derecha. Sin embargo sólo atinó un tímido y entre dientes –pero no salís con Mariana–. Durante el resto de la comida no pudo más que pensar en ella y, mientras todos se ocupaban del postre y el café, él abandonó la reunión alegando que esas rabas traicioneras le habían caído un poco pesadas.

Al llegar a casa y encontrarla profundamente dormida dudó en despertarla, pero su varonil céfalo tomó por él las riendas. No tuvieron jamás mejor sexo que el de aquella noche en que la mirada de otro devolvió su sabor al plato de todos los días.

Mientras Facundo murmuraba en sueños, Mariana, cigarrillo de por medio, descubrió que aquellos últimos tiempos sin intimidad no habían sido causa sino consecuencia de la crisis que atravesaban y decidió, con la llegada del alba, dejar de postergar lo inevitable.




                                                                              

4 comentarios:

jlg dijo...

Hay un dejo de chispeante dolor en los finales felices siempre (y todavía me aferro a la torpe idea de que los momentos felices no debersa tener finales). Me pregunto como seguirá la relación de Mariana y Facundo, me gustaría indagar, porque todavía (releyéndolo) no entiendo cuanto de desesperación hay en el amor y cuanto de amor hay en lo desesperado del instinto.

Excelente relato, leere el resto.

jlg

jlg dijo...

No dudo ni por un segundo que lo voy a encontrar. Esta lleno de bueos relatos, pero sigo apostando al futuro, lo que viene sera mejor.


Por otro lado uno nunca esta seguro de escribir lo que escribe, de ponerse en primer plano, pero hay que sacarlo del sistema, es lo mejor para que venmgan cosas nuevas. A animarse.

Saludos!

jlg

Anónimo dijo...

Muy bueno el cuentito Mariana. Me gusta como escribis. Lastima que no puedo poner tildes co el teclado yankee de mi mac.
Mariano.

Anónimo dijo...

Me gusto.

PD: los hombres dejan a sus novias, cuando engordan.